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  • IIE - CIDES

Biogás, el convidado que espera a la puerta

Madrid, mayo 2016

Ángel Manuel Arias

Comité de Ingeniería y Desarrollo Sostenible


No era complicado imaginar que el cumplimiento de los ambiciosos objetivos para las energías renovables autoimpuestos por la Unión Europea presentaría dificultades, ni que los más fuertes tratarían de abrirse paso a empujones. Lo que sorprende es que España parezca satisfecha de haberse disparado al pie.


Perspectivas favorables


La EBA (European Biogas Association), en su último Informe anual, confirma tanto las favorables perspectivas del sector, como ciertas dificultades para sostener ese crecimiento.


En 2014, la Asociación había anunciado que las más de 17.000 plantas de biogás europeas produjeron 63,6 TWh, con potencialidad para abastecer a 14,6 millones de hogares-equivalentes, y un crecimiento espectacular del 18%. Se habrían cogenerado 30 TWh y la capacidad de producción de biometano (biogás depurado, exento de CO2, que puede ser inyectado directamente a la red de gas natural) alcanzó los 2,8 billones Nm3.


Sin embargo, en su Informe más reciente, se reconoce que la inversión en activos de energía renovable en la UE cayó un 18% en 2015. El retroceso es atribuido por la EBA a los cambios en la reglamentación de los principales mercados interiores, y a la falta de visibilidad respecto a lo que sucederá a partir de 2020.


No se trata, desde luego, de detectar una inflexión en la tendencia, aunque la desconfianza inversora contrasta con la animosa difusión dada oficialmente a los Preacuerdos del Clima adoptados en París en diciembre de 2015.


Los productores europeos de biogás entienden que es preciso trasladar ese espíritu comunitario a las políticas domésticas y exigen, por ello, una Directiva que asegure la transición de los regímenes de apoyo a la producción hasta 2030, con garantías suficientes para superar el objetivo mínimo del 27% de renovables en el mix energético global.


Las líneas maestras de la Nueva Directiva


La nueva Directiva de estímulo a las energías renovables y, más en concreto, al biogás, debería incorporar mejoras legislativas en la Política Ambiental Común, obligando a establecer normas regulatorias homogéneas en todos los países miembros y, en fin, propiciar la coherencia de sus mercados interiores.


Las propuestas de la EBA reflejan tanto la convicción del amplio recorrido que tiene ante sí el biogás, como los riesgos de que el desarrollo de su mercado genere disparidades insalvables entre los países comunitarios. Se está pidiendo, en suma, un marco de predictibilidad para los inversores, y una metodología común para el cálculo de las componentes del coste que garantice la trasparencia. Porque existen obligaciones asumidas colectivamente por la UE que deben encajarse en la planificación energética y los objetivos ambientales de cada país.


El músculo de los principales productores de biogás europeos se ha ido robusteciendo a base de superar dificultades, algunas tan esenciales como llegar a un acuerdo sobre la definición misma de su mercancía y la selección de los parámetros de calidad para clasificarla. Las cuestiones técnicas están vinculadas a las económicas. En 2013 fue presentada a la Comisión, una “Guía para el diseño de los esquemas de apoyo a las renovables”, que refleja, en mi opinión, la heterogeneidad de los intereses que confluyen en la Asociación -fabricantes de equipos y productores energéticos-. Se reclaman mecanismos financieros que apoyen la autogeneración, a pequeña escala, con instalaciones de frío y calor.


Los frentes que libran los defensores del biogás son amplios y heterogéneos. Incluyen factores ambientales, económicos, técnicos y socio-políticos. Favorecer, en concreto, la implantación de instalaciones domésticas implica revisar a fondo los análisis coste-beneficio en la generación de electricidad a diferentes niveles de producción y, desde luego, resolver la sustancial cuestión de la conexión de las redes particulares con la general de gas natural.


Peculiaridades de la situación en España


En España, el Plan de Energías Renovables 2011-2020, ofrecía, en principio, un panorama muy prometedor para el biogás, que al comienzo del período acreditaba una producción de solo 165 MW (con potencialidad para poco más de 600 GWh de generación eléctrica), y de la que un 85% provenía de la desgasificación en vertederos.


El documento, que no renunciaba a sostener un cierto carácter didáctico, definía el biogás como generado por la degradación de la materia orgánica, en condiciones anaerobias y bajo determinados supuestos. Como recordaba el Plan, la producción de biogás tiene lugar, fundamentalmente, en dos tipos de reactores:

  • los vertederos, (reactores de baja eficiencia), en los que el gas se recoge en ellos mediante canalizaciones interiores y se quema en antorchas situadas en el propio lugar, con el objetivo de evitar las explosiones que pudieran producir las emisiones incontroladas de metano;

  • y los digestores anaerobios, típicamente constituidos por depósitos en los que se tratan residuos con hasta un 15% de sólidos totales (en los más comunes, los digestores de mezcla completa). La alimentación puede abarcar una amplia gama de residuos orgánicos (desechos urbanos, lodos de depuradora, deyecciones ganaderas, residuos agroindustriales, cultivos energéticos, etc.). Incluso se pueden tratar subproductos animales no destinados al consumo humano – el Plan los denomina por el acrónimo SANDACH-, previa su higienización.


Asegurar un futuro para el biogás agroindustrial


La proporción de biogás que tenía su origen en los vertederos ha quedado profundamente afectada por la Directiva 99/31/CE sobre vertederos que obliga a disminuir drásticamente la proporción de residuos biodegradables que se depositen en ellos, y que fija como objetivo para 2016 su reducción en un 65%.


Respecto al biogás generado en las depuradoras, cumplidos los objetivos de la Directiva 91/271/CE para tratamiento de las aguas residuales urbanas, la situación se puede considerar completamente estabilizada, sin que quepa prever incrementos.


Con estas premisas condicionantes, el potencial de generación de biogás en España se evalúa en torno a los 1,8 Mtep, aportando el biogás agroindustrial prácticamente el 80%. De aquí la importancia de las medidas que se arbitren para poner de manifiesto esta potencialidad de los residuos agrarios y, en especial, de los agropecuarios.


El Real Decreto 949/2009, ya desarrollaba el Plan de Biodigestión de Purines, cuyo objetivo principal era ordenar el tratamiento ecológico de este subproducto tan contaminante, reduciendo paralelamente las emisiones de gas con efecto invernadero. La producción de biogás en el proceso se convertía así en un elemento coadyuvante a la reducción de costes de los tratamientos a los que se obligaba a las instalaciones ganaderas.


Política energética combinada con la ambiental


La Asociación española de biogás agroindustrial, AEBIG, fundada precisamente en 2009, viene lamentando desde entonces la falta de apoyo concreto al biogás, a diferencia de lo que se está haciendo en otros países. Se destaca también la subordinación tardía de la normativa nacional a las directrices de la Unión Europea, que responden a inquietudes e intereses de otros países.


La principal propuesta de la patronal española es la necesidad de integrar los objetivos energéticos con las políticas medioambientales, reconociendo oficialmente, con repercusión económica, la reducción de emisiones de gases con efecto invernadero que se evitan con la digestión anaerobia de las deyecciones ganaderas. Otras propuestas solicitan que se preste atención especial a las plantas de producción menor a 250 kW, y a la introducción de mayores incentivos a la cogeneración.


Los buenos propósitos oficiales del Plan de Renovables se han visto sepultados por las restricciones presupuestarias. El Real Decreto 1/2012 suspendió las primas a las nuevas instalaciones de origen renovable, lo que tuvo como consecuencia inmediata el freno en la construcción de muchas plantas.

La ausencia de una normativa respecto a los estándares de calidad del biogás que hiciera posible su inyección directa a las amplias redes de gas natural, se mantiene como otra de las reivindicaciones lógicas del sector.


Ejemplos exteriores. Alemania führt.


Sin necesidad de esperar al establecimiento de una estrategia común por parte de la UE, que, junto a un marco legal compartido, concretara las Mejores Tecnologías Disponibles para su producción (incluido el pretratamiento de las materias primas), los estados europeos más activos, con Alemania a la cabeza, han venido implementando políticas específicas, definiendo por su cuenta estándares para criterios de calidad y usos admisibles en relación tanto con el biogás, como con el gas de síntesis y el biometano.


Hay que ver en ello, por supuesto, el interés por favorecer la acumulación de experiencias valiosas en un mercado con excelente potencialidad, además de satisfacer objetivos propiamente ambientales.


En ese contexto pragmático, varios países de la UE tienen establecidas subvenciones o rebajas de tarifa eléctrica para instalaciones que acrediten el consumo de energías renovables y, en particular, para el biogás.


Alemania viene apoyando desde el año 2000 la potencialidad del biogás, promulgando distintas EEG (Leyes para las Energías renovables, Erneuerbare-Energien-Gesetz) destinadas a animar las reducciones de coste basadas en mejorar la eficiencia energética con economías de escala.


Desde entonces, se subvenciona el KWh si el gestor de las instalaciones de cogeneración certifica que, en un año natural, equilibra la cantidad de biometano introducido en la red de gas con el extraído para la producción de energía eléctrica en su instalación. Las subvenciones se mantienen durante 20 años, sin que los cambios normativos afecten a la retroactividad.


Las sucesivas modificaciones de las EEG revelan la progresiva madurez del sector. La EEG 2014, exige ahora un tamaño mínimo para la comercialización, eliminando las compensaciones a partir de 500 kW. Desde enero de 2016 el umbral se redujo a una potencia instalada máxima de 100 kW, que se eliminará en 2017, salvo en determinados supuestos de cogeneración, de estructura excesivamente compleja para ser trasladados aquí. Como orientación, recojo aquí que las compensaciones para cogeneración con biometano, por ejemplo, giran en torno a los 0,15 €/kWn, siendo más altas para pequeñas instalaciones.


Otras iniciativas europeas


Francia, por su parte, que había mantenido una posición rezagada, supera ya, cumpliendo un Plan de 2010, los 270 Mill. de metros cúbicos de biogás distribuidos en la red natural, con más de 100 plantas de producción, y subsidios que fluctúan entre los 45 y 125 €/MWh para el biogás distribuido en la red de gas natural, y una subvención especial entre 0,119 y 0,134 €/KWh para estímulo de la producción de electricidad con biogás, dependiendo del tamaño de la planta, a la que se añaden suplementos según la eficiencia o el origen de los residuos utilizados.


Dinamarca, Suecia, Austria, el Reino Unido -entre otros- han implementado también diversas normativas para plantas de biogás, fijando, en general, la frontera para diferenciar los tipos de ayudas en los 500kW, en atención también al impulso que se pretende a las instalaciones de generación distribuida.


Existe ya, en fin, una experiencia europea acumulada. Los productores de biogás españoles, reconociendo el camino recorrido y por analogía con los modelos de otros países, tienen claro que se precisa estimular tanto con una normativa coherente como con ayudas específicas transitorias, el completo aprovechamiento de las posibilidades de producción de biogás.


Las ventajas de esa atención que se reclama permitirían el cumplimiento de compromisos ambientales y la rentabilización de un recurso disponible, cuya tecnología, suficientemente madura, necesitaría -por ejemplo- clarificar aspectos relativos a la conexión a la red de gas natural, la mejora de eficiencia en las instalaciones de pequeña potencia o el control de calidad, logística y transporte de las materias primas.


El biogás español, convidado especial, sigue esperando a la puerta su momento de prometido protagonismo. Hagámosle entrar.

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