Papel de la innovación y la ingeniería como palanca aceleradora en la transición energética
Recientemente tuve el privilegio de moderar una mesa redonda en el CONAMA (Congreso Nacional de Medioambiente) sobre el papel de la innovación y la ingeniería en respuesta a los retos de la transición energética.
Es indiscutible que nos enfrentamos como sociedad a un gran reto para avanzar en la senda de la sostenibilidad de los recursos del planeta. En el caso de la energía, este compromiso es más necesario que nunca, por una serie de circunstancias que se están acelerando de manera progresiva. ¿Qué se puede o debe hacer de manera prioritaria y urgente?
Para introducir esta mesa y a los fantásticos ponentes que nos acompañaron estructuré mi introducción
en torno a 3 hilos que resumo a continuación:
Por un lado, una entrada del blog de Bill Gates (1) muy interesante titulada “El estado de la transición energética” en el que concluye que evitar un desastre climático puede ser el reto más difícil que la sociedad deba enfrentar y sobre todo, que la única manera de hacerlo pasar por invertir de manera decidida en innovación y despliegue de energías limpias. No puedo estar más de acuerdo con sus conclusiones que os resumo a continuación.
Para entender por qué la transición energética es tan compleja, Bill propone reflexionar sobre el origen de la emisiones ya que en esto permite entender mejor el tipo de reto al que nos enfrentamos. La respuesta al origen de estas emisiones es doble “everything and everywhere”.
Everything porque cualquier actividad humana produce emisiones. Tendemos a pensar en la generación de energía eléctrica pero esto sólo supone el 26% del total de emisiones. El sector con más emisiones, 30% del total, es la industria manufacturera (cemento, plástico y acero entre otros) como muestra el siguiente gráfico.
Everywhere ya que podemos pensar que hemos avanzado mucho ahora que más de 70 países se han comprometido a ser neutros en emisiones, incluyendo grandes contaminadores como EEUU y la UE, pero esto no es suficiente. 3⁄4 partes de la población mundial vive en economías emergentes como Brasil, China, India y Sudáfrica , que anteriormente tenían menor contribución en el cambio climático, pero ahora son responsable de 2/3 del total de emisiones GHG. Sólo China emite más de 1⁄4 del total.
Esto nos muestra que las soluciones no pueden depender de condiciones o compromisos exclusivos de un país o región. Deben ser implementables en todos los países o la temperatura global seguirá subiendo. Pensar de manera global implica entender que esta tendencia no se resolverá sólo usando menos energía. Los países menos desarrollados están invirtiendo en desarrollo de manera decidida para alcanzar el nivel de vida que sus ciudadanos desean y merecen.
Entonces ¿Qué se puede y debe hacer? Bill propone 3 líneas de trabajo:
La primera es avanzar en tecnologías limpias que reemplacen los procesos intensivos en emisiones que tenemos hoy en día (nuevas vías de producción acero, desarrollo combustibles alternativos, nuevos fertilizantes para la agricultura...)
La segunda, es reducir el coste de las tecnologías limpias para que sean competitivas, no sólo en los países más desarrollados sino en todos los países para que el acceso a las mismas sea universal. Es importante entender que mientras estas tecnologías no sean rentables la mayoría de los clientes simplemente no las escogerán.
La tercera línea de trabajo es despliegue de estas tecnologías de manera rápida. Tenemos que reemplazar las infraestructuras actuales necesarias para poder trabajar con las nuevas propuestas cuanto antes.
Hasta ahora se ha evolucionado mucho y desde la COP21 en Paris (2015), donde 22 países lanzaron la iniciativa “Mission Innovation”, la financiación para Investigación y Desarrollo se ha incrementado en más de 1/3 del presupuesto.
Sin embargo, ¿es esto suficiente? ¿Qué se necesita ahora? La respuesta es sencilla:
Es necesario más Investigación, más Desarrollo y más Demostración.
Hay todavía muchas tecnologías limpias que no son rentables para poder competir (combustibles sostenibles, procesos de captura de CO2 de la atmósfera o fuentes de energía renovable que satisfagan la creciente demanda de electricidad entre otros) y, para ello, es necesario invertir de manera decidir en Investigación y Desarrollo.
Es igualmente importante entender que es necesaria una transición, entendiendo como tal también ayudar a la gente a adaptarse al cambio climático, minimizando así los daños que causa, invirtiendo en adaptaciones al aumento de temperatura, la subida del nivel del mar u otros desastres. Esto supone invertir en selección genética de semillas que garanticen una mejor tolerancia de nuestras cosechas a las condiciones actuales, tecnologías como la desalación que permitan mejor acceso a agua potable o mejoras en las infraestructuras portuarias que les preparen mejor antes inundaciones por ejemplo. Bill concluye que una crisis como la actual del cambio climático requiere de una movilización integral, rápida, de gran alcance, escala y duración,
El segundo hilo de mi introducción fue el comunicado que Sedigas emitió tras asistir a la COP 27 en Sharm el Sheij (Egipto) (2), una de las mayores y más relevantes plataformas de diálogo multilateral para definir los próximos pasos de la hoja de ruta que debe conducirnos a la reducción de las emisiones contaminantes, la limitación del calentamiento global y, por tanto, la mitigación de sus dañinos efectos.
Estamos solo a ocho años de ese primer hito y, en España, según el Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, España todavía tiene que recortar de forma significativa sus emisiones.
El reto de la descarbonización es mayúsculo y es patente que, de momento, los resultados obtenidos son insuficientes. Es necesario pasar de forma urgente de las palabras a la acción, abandonar la ecoimpostura y no desaprovechar la contribución de ninguna tecnología. Esta es la apuesta que desde Sedigas llevaron a la COP27, donde trasladaron su convencimiento del papel fundamental de los gases de origen renovable en la descarbonización del sistema energético y productivo y hemos reivindicado la urgencia de impulsar ya mismo su despliegue, especialmente en el caso del biometano, con un momento de maduración tecnológica más avanzado que el del hidrógeno verde (sin duda vector energético de futuro), pero cuyo potencial no hemos sabido aun aprovechar como país.
Una oportunidad para favorecer la descarbonización del conjunto del sistema energético de un modo compatible con la seguridad de suministro apoyándonos en una infraestructura moderna y resiliente y en unas formidables capacidades técnicas e industriales ya existentes.
El biometano es una herramienta estratégica para alcanzar la neutralidad climática: por ser una tecnología facilitadora del reaprovechamiento y la circularidad de multitud de residuos que son una materia prima perfecta para su producción - solucionando en paralelo el problema de gestión existente en España -; y por su capacidad para introducirse en sectores de compleja electrificación como la industria calor-intensiva.
Pero es necesario pasar de lo hipotético a lo real y transformar en realidad ese potencial. La Ley del Cambio Climático y Transición Energética y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 son y serán clave en el cumplimiento de los compromisos climáticos España. Y en este sentido debe contemplarse una mayor ambición en el protagonismo que deben tener los gases renovables en el proceso de descarbonización de nuestro país, tanto en la producción de energía como en el consumo. También nos acerca a la acción la reciente entrada en vigor del marco normativo del Sistema de Garantías de Origen para los gases de origen renovable, estableciéndose dos hitos concretos para su puesta en funcionamiento: el registro de usuarios e instalaciones de producción deberá estar habilitado en enero de 2023 y la expedición de garantías de origen en marzo de 2023. El Gestor Técnico del Sistema gasista (Enagás GTS) ha sido designado de forma transitoria como entidad responsable de la puesta en marcha de este nuevo mecanismo que reforzará los incentivos para los productores de gases renovables y aportará un valor añadido definitivo para comercializarlos, fomentando su consumo con el consiguiente beneficio ambiental añadido.
El tercer hilo de mi introducción a la mesa fue mi propia conclusión, que está más desarrollada en la revista Economía Industrial (3) en el monográfico “El papel de la empresa en la Agenda de ODS“ en el artículo que se publica en unas semanas titulado “ La innovación como aliada de la sostenibilidad y mejor respuesta a la necesaria aceleración de los retos de la transición energética. papel del gas” donde expongo la necesidad de replantear nuestro estilo de vida actual, debiendo asumir que no se puede crecer de manera infinita en un mundo con recursos finitos.
La transición energética está llamada a jugar un papel estratégico en la consecución de los ambiciosos objetivos de sostenibilidad que se plantean a nivel global. Será necesario diseñar soluciones innovadoras con la participación de muchos agentes diversos para poder dar respuesta a los complejos retos que enfrentamos como sociedad. Especialmente interesante es el papel del gas en este contexto tan dinámico y el gran protagonismo del gas renovable e hidrógeno que ¡sólo acaba de empezar¡, sin olvidar las tendencias en consumos que deberían hacernos reflexionar sobre el eterno vínculo entre progreso y crecimiento que quizás debería cambiar hacia enfoques más sostenibles.