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  • IIE - Maritimo

LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y EL MAR.


¿Son posibles iniciativas de cooperación que tienen que ver con el mar?

Cabe preguntarse si estamos utilizando el medio marino para todo lo que nos beneficia, que seguramente no, o, para usos que nos perjudican, y aquí, probablemente habrá de todo.Con este comentario no se pretende abrir un debate de carácter general, pero sí hablar de algunas acciones a través de las cuales el uso del medio marino pudiera estar indicado para resolver ciertos problemas o para evitar otros.


Es obvio que tanto en unos usos como en otros habrá innumerables posibilidades, pero por esta vez vamos a elegir tres que darían lugar a varias actividades conectadas directamente con la industria marítima.


En ellas se da una circunstancia concurrente y por ello se distinguen de la mayoría de las actividades de naturaleza marítima.


No habría en ellas, en principio, el móvil económico que caracteriza a las actividades del comercio marítimo y a las de explotación de los recursos marinos sean éstos vivos o fósiles, ni estarían relacionadas con la defensa ni con las de las investigaciones oceanográficas que hoy día se llevan a cabo, aunque puedan tener alguna relación con estas últimas.


Sin embargo, sí estarían relacionadas con la preservación del medio ambiente a largo plazo, con la salud y con el suministro de elementos vitales para la supervivencia y el desarrollo humano.


Su principal inconveniente es su incapacidad para generar beneficios en el sentido en que estos se entienden en la economía de mercado, y en la necesidad de grandes dosis de cooperación para llevarlas a cabo. Por su conveniencia y no por sus resultados en los plazos en los que esa economía mide los tiempos.


Habrá seguramente otras actividades merecedoras de atención, pero de momento nos vamos a fijar en el suministro de agua potable a quién carece de ella.


Se trata de potabilizar agua de mar para proporcionársela a aquellos pueblos y comunidades en el mundo que carecen de de este bien indispensable. Por supuesto, hay países con economías potentes (países del Golfo Pérsico, por ejemplo) que pueden permitirse y de hecho lo hacen, la construcción de plantas potabilizadoras suficientes en número y potencia para subvenir sus necesidades. Igualmente, las grandes aglomeraciones urbanas costeras en países desarrollados suelen requerir aporte suplementario de agua potable mediante medios artificiales.


Las soluciones marítimas de las que vamos a tratar brevemente sirven técnicamente de manera obvia tanto para estos países como para los países más pobres. Pero nos orientaremos hacia estos últimos.


Nos referiremos al uso de la tecnología de ósmosis inversa en plantas de desalinización situadas en el mar, flotantes, fijas o incluso autopropulsadas1.


Como ya sabemos, si separamos dos soluciones acuosas, una concentrada y otra diluida por una membrana semipermeable, se establecerá un flujo de disolventes desde la solución diluida hacia la concentrada. Ese flujo se detendrá cuando el nivel de la solución concentrada se eleve a una cierta altura sobre el nivel de la diluida. La diferencia de altura de ambas soluciones mide la “presión osmótica” propia de la solución. En el caso del agua de mar (Supuesta una concentración de 35.000 p .p. millón), esa presión es de 70Kg/cm2.


Cuando se somete a la solución concentrada a una presión superior a la osmótica, la dirección del flujo se invierte y parte del disolvente pasará de la solución concentrada a la diluida. Este fenómeno se conoce como “osmosis inversa”, y en el caso del agua de mar, el agua resultado de la aplicación de lo anterior presenta un contenido de sales inferior a 550 p. p. millón, es decir, totalmente potable.


Disponiendo del equipo adecuado, tanto de bombeo como de las membranas y sus soportes adecuados, desde hace bastante tiempo se ha venido potabilizando agua de mar por este procedimiento, que ha desbancado ya a cualquier otro de los utilizados con este fin.


No vamos a entrar en la descripción técnica de estas plantas1 pero sí dar un vistazo a la situación general del problema del agua, partiendo del hecho que la inmensa mayoría de las plantas existentes se encuentran en las costas en tierra y no en el mar.


Según un trabajo presentado recientemente en la OCDE, el mercado de la desalinización de agua de mar se ha desarrollado muy rápidamente a partir del año 2.000 y aún más aceleradamente desde el año 2012. En términos de mercado, éste crecimiento ha sido especialmente grande en América del Norte y en el Oriente Medio, alcanzando las estimaciones realizadas los 13.000 millones de dólares en Arabia Saudita, 10.000 en los Emiratos Árabes Unidos y 11.000 en Estados Unidos entre los años 2012-2016. Este mismo estudio afirma que las previsiones a futuro indican que el volumen global de desalinización de agua de mar alcanzará, los 20 millones de m3/día de agua potabilizada en 10 años.


Estas previsiones se basan en la expansión de un mercado de desalinización en zonas del mundo cuyos países pueden pagarlo, pero no incluye las necesidades de agua en las zonas pobres del mundo, en las que el umbral de necesidad de agua se mide por la práctica inexistencia de la misma, y que lleva a millones de personas a emigrar a otras zonas, aumentando exponencialmente los consumos en éstas, o a padecer hambrunas terribles, situaciones de insalubridad y a convertirse periódicamente en focos de epidemias de gran mortalidad.


Como se ha dicho anteriormente, la inmensa mayoría de las plantas se localizan en tierra. El agua salada debe ser aspirada a una cierta distancia de las orillas y a una cierta profundidad para asegurar, no sólo la uniformidad de la misma y de su temperatura, sino también alejarse de elementos potencialmente contaminantes en las zonas colindantes con la línea de costa o de absorber peces pequeños u otros seres vivos que abundan en las aguas superficiales.


En el caso de las plantas flotantes, este problema queda minimizado por estar ya la propia planta en la zona adecuada de aspiración del agua de alimentación.


En el caso de las plantas terrestres, la salmuera sobrante, (la que corresponde a la solución concentrada tras el paso de la diluida a través de las membranas (del orden de un 20 a 30 % del total de agua procesada), ha de ser enviada por un emisario a una zona alejada de las orillas en la que se difundirá rápidamente, para evitar el aumento local de la salinidad en las aguas colindantes con la zona en la que está instalada la planta y sus consecuencia para el hábitat marino en esa zona. El efecto sería peor si la planta se construye en una zona de costa de aguas abrigadas.


En una planta flotante offshore, y dada la rápida difusión de la salmuera disponiendo de un espacio prácticamente infinito para ello, el