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  • IIE - Maritimo

El mar necesario y la industria offshore*



Los productos energéticos, y muy especialmente el petróleo, suelen ser noticia permanente en los medios de comunicación y estar, como inevitable, en las agendas de las gentes que gobiernan el mundo; no en vano y pese a los continuados esfuerzos para evitarlo, el petróleo y el gas natural son y seguirán siendo durante mucho tiempo, columnas imprescindibles en las que se apoya la creación de energía y por lo tanto la industria y el crecimiento social y económico de los países.


No se comprendería el nivel alcanzado y la dependencia adquirida sin tomar en cuenta el papel de los mares y océanos en sus dos facetas: como “infraestructuras” naturales para permitir el transporte masivo de productos energéticos, (y aquí hemos de incluir también al carbón); y como protagonista indiscutible de las tecnologías para la explotación de los recursos que yacen bajo sus fondos.


El precio del petróleo.


Estamos a menudo a vueltas con el petróleo porque el precio del barril ha estado cayendo sensiblemente desde el año 2012: 112 US$/barril, a 47 US$/barril a principios de noviembre de este año 2015 y a menos de 30 US$ en enero 2016. (El carbón también: 92 US$/ton en 2012 a 54 en septiembre 20151): ¿Cómo afecta esta situación a los países consumidores y a sus factores de desarrollo?


Parece evidente que a los importadores absolutos, como es el caso de España, bien, (consumimos aproximadamente un promedio de 1,2 millones de barriles al día). Obviamente el asunto es claro, estamos pagando el crudo a menos de la mitad de lo que pagábamos hace cuatro años, pero hay que hacer las cuentas sin dejarse ningún dato; el euro se ha devaluado frente al dólar, y en el consumo interno de productos derivados, al disminuir el precio también lo hacen los impuestos aplicados, (en el diesel para automoción, entre el 60 y el 70 % del precio al consumidor corresponde a impuestos, tasas, etc.).


Es también evidente que los países que son grandes importadores, como China e India, salen beneficiados, ya que entre ambos se importa más petróleo que todos los países de Europa juntos.


La industria y muy especialmente la industria química, el transporte en todas sus modalidades, las compañías de cobertura de riesgos por precio del combustible, los usuarios finales, todos ellos salen en principio beneficiados. Obviamente, dentro de un orden.


Quienes pierden: los grandes productores y exportadores, especialmente la OPEP, Rusia y los nuevos productores, como Brasil o Argentina. Además, las empresas petroleras en sus resultados y en lo que tiene que ver con inversiones nuevas, y las explotaciones offshore, que son de las que hablaremos un poco más adelante.


El hecho es que la OPEP estimaba ya en 2014 que con un precio inferior a 75 US$ los países de la organización empezarían a tener problemas, y sin embargo acordaron mantener el nivel de producción porque, según ellos, los fundamentos del mercado no habían variado y las cosas se reconducirían. Probablemente también con la vista puesta en un estudio de Bloomberg que decía que la extracción de petróleo de las pizarras en EEUU por la vía del fracking no era rentable con unos precios del crudo por debajo de la misma mencionada cantidad. (Otra cosa es que EEUU sabe ahora que tiene la capacidad de ser absolutamente independiente desde el punto de vista energético, y que incluso puede exportar).


Con una situación así, bombeando al mercado aproximadamente un millón de barriles de más diariamente, la competencia en precios continuará, perjudicando de paso, (o no de paso) a Rusia, que ya acusa los efectos de la situación, entre otros una inflación disparada.


¿Cómo se ve el futuro a corto plazo?


Tras los enormes patinazos dados por todos los gurús hace simplemente un año, ahora, hace poco, en el pasado septiembre, han ajustado sus previsiones. El Fondo Monetario Internacional (IMF), el Banco Mundial (WB), la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y algún otro coinciden en que durante todo el año próximo, 2016, el precio del barril tipo Brent se moverá entre 50 y 55 US$, aunque Goldman Sachs (GS) y The Economist piensan que a final de ese año el precio se situará en más o menos 75 y 60 US$ respectivamente.


Según la mayoría de los analistas, durante el primer trimestre de 2016 se registrará un exceso de oferta del orden de 600.000 barriles /día2, lo cual abona la previsión sobre un mantenimiento o una mayor caída de los precios. El levantamiento de las sanciones a Irán abona las predicciones más bajistas.

Las previsiones del IMF indican una lentísima subida de los precios para llegar en 2020 a 63 US$/barril, aunque las de la OPEP siguen una curva paralela para acabar en 2020 en 85 US$/barril. Como se ve, poca concordancia en las previsiones y menos con la realidad.


Como datos colaterales con relación al coste de los productos energéticos, diremos que el gas natural licuado (GNL) se estima mantendrá su precio hasta 2020 en aproximadamente 8,7 US$/ mmBtu3, y el carbón entre 52 y 58 US$/ton4.


Sin embargo, los países de la OPEP han estado prefiriendo hasta el momento no bajar la producción y mantener las cuotas de mercado. Los intentos de Venezuela para acordar una reducción de la producción se han manifestado totalmente infructuosos.


El mundo offshore.


Con este panorama echamos una mirada al mundo offshore en lo que se refiere a las explotaciones petrolíferas y gasísticas. Las noticias no son buenas y las previsiones distan mucho de ser optimistas.


Según diversas publicaciones del sector e información de los brokers especializados, la demanda de utilización de buques en este sector se cifra para 2016 en aproximadamente 2.500 buques, cuando la flota existente finalizando 2015 es del orden de 3.000 buques, fundamentalmente ancleros (AHTS) y buques a apoyo a plataformas (PSV). La previsión de entregas de nuevas construcciones está cifrada en 554 buques (13,8 % de la flota en términos de GT), con lo cual nos vamos a una importante sobrecapacidad de 500 a 600 buques durante el año 2016 considerando un rendimiento de la flota operativa del 85 %. Esto explica la enorme cantidad de buques offshore amarrados o anclados en los fiordos noruegos y la cantidad de trabajadores despedidos en el Mar del Norte.


En el caso de los FPSO (Floating, Production, Storage and Offloading), principios de año había ya ocho unidades en espera de trabajo (algunas ya más de dos años), sumando una capacidad de procesamiento de 700.000 barriles/día, con su última localización en el Mar de la China Meridional, en el mar del Norte, en Brasil, en Malasia y en el Mar de Noruega.