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Ingeniería y accesibilidad, un binomio imprescindible
Dicen que viajar es pasear un sueño y Calderón de la Barca escribe que la vida es sueño. Dicen que la accesibilidad es la posesión de cada instante y dicen también que sólo valoramos aquello que hemos perdido, sea la salud o los afectos. Dicen que ingeniería viene de ingenio y dicen también que la ingeniería ha de estar al servicio de la sociedad. Se dicen tantas cosas….
Decía un sabio en una conferencia magistral en la Universidad de Salamanca que las cosas se pueden hacer, básicamente, de dos maneras: o bien, o mal; y, añadía, que puestos a elegir, valdría la pena procurar hacerlas bien. La ingeniería es una profesión y también una vocación, tal vez no tanto como la medicina, pero también. Es una hermosa profesión, con muchas ramas, muy diversas pero con raíces y tronco común, tales como los fundamentos de la ciencia y de la técnica, el sentido común y la faceta de proyectar y construir atendiendo a la diversidad humana.
Es en ese punto en el que se incardina ingeniería y accesibilidad, entendida ésta en su más amplia acepción, aquélla de planear, proyectar, construir y conservar el entorno de modo tal que cualquier persona, con independencia de su edad o sus capacidades, pueda utilizar el mismo de forma cómoda, segura y autónoma. Así, la accesibilidad es una cualidad de buen diseño y su carencia supone un lastre inaceptable, tanto por no ser conforme con el marco jurídico regulador como por una cuestión de carácter deontológico.
En los países más avanzados la regulación tiene un enfoque más prestacional y es la sociedad la que sanciona los proyectos, y las obras, que no han sido concebidos para todos; es algo parecido, salvando las distancias, a escribir ya no con propiedad sino con faltas de ortografía; no parece de recibo que redactemos un escrito, pongamos por caso, acerca del discurso del método, e incurramos en cambiar bes por uves o suprimamos haches allá en donde las reglas ortográficas lo exigen; es una comparación un tanto simplista pero quiere ser expresiva, subrayando la importancia que ha de concederse a la toma en consideración de las directrices, criterios y especificaciones técnicas en accesibilidad en cualquier proyecto de ingeniería.
Kavafis evoca el Viaje a Ítaca como un símil poético de la existencia y destaca que lo trascendente es el viaje más incluso que llegar al destino anhelado; por su parte, Platón dibuja en su Mito de la Caverna otra poderosa metáfora del transcurrir por la vida, esas luces y sombras, esos hombres encadenados (¿a su mediocridad?, ¿acaso incluso a su mendacidad? o, tal vez, se trate de una ilusión óptica…).
En el transcurrir del río de la vida, desde el nacedero hasta la desembocadura, y ahora bebemos de Jorge Manrique, “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir”, vamos cumpliendo años y, a medida que envejecemos en edad y en ilusiones, nos rebelamos a aceptar ese continuo de perdidas con la edad, y deseamos poder seguir disfrutando de los días y de sus noches, de los paseos, de los paisajes, de los viajes, de la música, de la lectura; en suma, poder vivir; y para ello es menester que la accesibilidad esté presente; de otro modo, igual que sucede a aquellas personas con distintas capacidades físicas, sensoriales, cognitivas o mentales, veremos mermadas nuestras posibilidades de disfrutar de una vida en plenitud, veremos vulnerados nuestros derechos como individuos.
Al construir el túnel de la Isla de Samos, ya hace algún tiempo –en concreto nos remontamos a tiempos del tirano Polícrates allá por el siglo VI a.C.- Eupalinos de Megara, primer ingeniero del que se tiene noticia, dominaba el Arte de los Túneles y alcanzó su objetivo con precisión; su obra, que perdura, fue considerada una de las Maravillas del mundo Heleno. Esta obra, y esa metáfora que nos dice que “al final del túnel está el cielo”, tal vez podría alentarnos a perseverar en el empeño de que la Ingeniería, por fin, en este siglo XXI, haga suya la accesibilidad en todas su facetas perforando así el formidable túnel en el macizo del desconocimiento y el desinterés, deviniendo un Arte en su más amplia acepción dotándolo de su más hermosa y pragmática cualidad, aquella de dar servicio a la sociedad sin exclusión alguna.
Madrid, 2 de febrero de 2018
José Antonio Juncà Ubierna. Doctor Ingeniero de Caminos Nota: José Antonio Juncà viene trabajando en el campo de la accesibilidad durante los últimos 39 años.