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EspaƱa y el reto de gestionar sus bosques: cortar para conservar

  • IIE
  • 28 jul
  • 2 Min. de lectura

EspaƱa se encuentra ante un desafĆ­o crucial: proteger su valioso patrimonio forestalĀ en un contexto de cambio climĆ”tico, abandono rural y falta de gestión sostenible. Con mĆ”s de 28 millones de hectĆ”reas de superficie forestal —mĆ”s del 55% del territorio—, nuestro paĆ­s es el segundo mĆ”s boscoso de Europa, solo por detrĆ”s de Suecia. Sin embargo, a diferencia del paĆ­s escandinavo, nuestros bosques son un mosaico de ecosistemas Ćŗnicos: pinares, encinares, robledales, hayedos, castaƱares, y muchos mĆ”s, que acogen mĆ”s del 75% de la biodiversidad terrestre espaƱola.

Este tesoro natural ofrece valiosos servicios ecosistémicos, actúa como principal sumidero de carbono y ha sido históricamente una fuente de vida para el mundo rural. Pero hoy estÔ mÔs amenazado que nunca.

Un crecimiento que no es sinónimo de salud

Lejos de lo que podría parecer, el aumento de la superficie y densidad forestal en España no siempre es una buena noticia. Según datos del Inventario Forestal Nacional, la superficie arbolada crece a un ritmo del 2,2% anual desde 1990, muy por encima de la media europea del 0,5%. AdemÔs, la densidad de Ôrboles se ha incrementado un 130% desde 1975, con bosques que, en muchas zonas, ya no admiten ni un solo Ôrbol mÔs.

Este crecimiento descontrolado ha dado lugar a bosques sobrecargados, vulnerables y mal gestionados, donde proliferan plagas, especies invasoras y acumulaciones de biomasa seca que aumentan exponencialmente el riesgo de incendios de sexta generación, imposibles de controlar.

Bosques abandonados: de recurso a carga

Pese a este panorama, la actividad silvĆ­cola —el aprovechamiento responsable del bosque— estĆ” en declive. En un paĆ­s donde el 72% de los montes son de propiedad privada, los propietarios se sienten desatendidos: enfrentan trabas administrativas, cargas fiscales y una falta de incentivos que han convertido lo que antes era un recurso en una carga. A ello se suma una visión urbana, mal informada y excesivamente proteccionista, que demoniza la tala y obstaculiza la gestión sostenible.

La solución: gestionar para conservar

El cambio climÔtico exige un nuevo modelo de gestión forestal, que apueste por el clareo controlado, el aprovechamiento sostenible, la recuperación de paisajes en mosaico y el fomento de la actividad agroforestal. No se trata de destruir, sino de sanear, prevenir y equilibrar nuestros ecosistemas.

Nuestros bosques necesitan menos abandono y mĆ”s acción consciente. Necesitan gestión. Porque la alternativa —un paĆ­s cubierto de bosques secos, enfermos y condenados a arder— no es una opción.

Contamos con los profesionales, la ciencia y la tecnología. Solo falta una voluntad política decidida y una sociedad que entienda que cuidar los bosques no es solo protegerlos, sino también saber usarlos de forma sostenible.


Fuente: El Confidencial


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