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La Ingeniería de Montes, las Ingenierías Civiles y el Instituto de la Ingeniería de España

Artículo de D. Carlos del Álamo, ex Presidente del IIE y Ex Decano-Presidente de la Asociación de Ingenieros de Montes.

D. Carlos del Álamo, ex Decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes y ex Presidente del Instituto de la Ingeniería de España analiza el papel de la Ingeniería de Montes dentro de las Ingenierías Civiles de nuestro país, sin olvidar el papel que juega la institución que las aglutina a todas: el Instituto de la Ingeniería de España.



La Ingeniería de Montes y las otras Ingenierías civiles


La Ingeniería de Montes, en su forma actual, como el resto de las ingenierías civiles, nace del pensamiento de la Ilustración. Pensamiento que no es tan uniforme como se cree y que en nuestro caso se ve muy influido también por el Romanticismo que aporta la noción del paisaje natural, propio e identitario y la originalidad, a la creatividad de la ingeniería. El empirismo y el positivismo científico se convierten en la ideología dominante para diseñar la Ingeniería de Montes.


España, es el país del mundo en el que la Ingeniería de Montes se ha desarrollado de forma más completa, trascendiendo al bosque y entrando en el campo más amplio del monte como territorio, sus producciones y servicios como objeto de trabajo y donde los ingenieros de Montes han recibido una formación académica como ingenieros civiles.


En español la palabra ingeniero tiene su origen en el latín ingenium, como en francés ingenieur e ingeniere en italiano. Sin embargo, la palabra inglesa engineer, tiene su origen en engine, que se puede traducir por máquina o motor.


Esta dicotomía semántica, nos puede hacer pensar en la diferente manera de entender la ingeniería en unos u otros lugares o momentos: la que desarrolla el ingenio y/o la que diseña ingenios y en consecuencia una forma diferente de entender su práctica y aplicación.


La consolidación académica de la ingeniería, como la de otras ramas del conocimiento, se lleva a cabo a través de las instituciones y de las organizaciones profesionales. Sin instituciones no es posible avanzar en el conocimiento, ni ordenar su aplicación. Las instituciones son imprescindibles para guardar, transmitir y debatir, en nuestro caso, la base epistémica de la técnica.


La creación de instituciones de enseñanza de la ingeniería se extiende y se generaliza en Europa desde el último tercio del siglo XVIII, durante todo el siglo XIX y parte del XX. Más tarde, aparecen organizaciones profesionales, como el Instituto de la Ingeniería de España.


Si en Inglaterra comienzan creando fundaciones, sociedades e instituciones privadas de Ingenieros, como la Institution of Royal Engineers que se crea en 1818, en Francia se crean, entidades públicas, primero, en 1747, L’École des Ponts et Chaussés y L’École du Genie, para oficiales del ejército y a continuación la conocida École Polytechnique, en 1794.


En Alemania se crean las Technische Hochschullen, de carácter más empírico y para desarrollar el saber “rentable” y en USA, en 1862, la Lincoln Morril Act crea los Land Grant Colleges, para educación superior en Agronomía y Artes Mecánicas. Con anterioridad, los proyectos técnicos se hacían en la Academia Militar de West Point.


Auguste Compte, creador del positivismo y uno de los fundadores de la sociología moderna, recoge en su “Cuarto Ensayo” en 1825 y después, en su obra, “Curso de Filosofía Positiva”, hacia 1840, cómo: “Entre los científicos propiamente dichos y los directores efectivos de los trabajos productivos, comienza a formarse en nuestros días una clase intermedia, la de los ingenieros, cuyo destino especial es el de organizar las relaciones entre la teoría y la práctica.


Esta importante clase nació necesariamente cuando la teoría y la práctica, que salieron de puntos distantes, se acercaron lo suficiente para darse la mano. Es el ingeniero el instrumento de coalición directo y necesario entre los hombres de ciencia y los industriales por medio de los cuales se puede empezar un nuevo orden social.”


Creada y reconocida la figura y el papel socioeconómico del ingeniero, las administraciones de la época comienzan a organizar las enseñanzas de ingeniería creando Escuelas con la correspondiente denominación de cada Rama.


La aparición del ingeniero en su versión actual la explica también Ortega en su ensayo “Meditación de la Técnica”.

Ortega sitúa la evolución de la técnica en tres estadios:

La técnica del azar, la técnica del artesano y la técnica del técnico. Esta última se produce cuando el técnico y el obrero que estaban unidos en el artesano, se separan y al quedar aislado, el técnico, como expresión pura, viviente, de la técnica como tal, se convierte, en el ingeniero.


Son conocidos los distintos enfoques de la formación técnica en países como Inglaterra, Alemania, Francia y España.

En nuestro país se sigue el modelo francés y las escuelas españolas, como las francesas, se basan en las ideas cartesianas y positivistas herederas de la Ilustración que dominan las enseñanzas técnicas del momento.


La Escuela de Ingenieros de Montes, dado su origen fundacional, incorpora el empirismo germano y las ideas románticas que se traducen en la gran componente naturalista de las primeras promociones de ingenieros.


El naturalismo y los conocimientos de Historia Natural son la base de la formación de los pr